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No es una noche más

mrbird

Queridos lectores,

Sé que no les escribo desde 2015. Y es que tengo la sensación de que me quedé atrapada en las doce campanadas. Les pido perdón por la ausencia de noticias y les comunico que este post tan tardío ni siquiera viene firmado por la menda. Mi amigo Mr.Bird, del que ya les hablé aquí y con el que volví a compartir este Fin de Año, me comunicó que le hacía tremenda ilusión participar de nuevo. Así que, estando en aquella noche tan peculiar y rodeados de los amigos de siempre, nos pusimos de acuerdo en que Nochevieja, no es una noche más y decidimos hacerles partícipes de nuestra opinión al respecto. 

Estaríamos hablando de una noche más si usted todas las noches se suele juntar con veintisiete personas en un salón de quince metros cuadrados para cenar cigalas, ibéricos y foie por encima de sus posibilidades, para detrás de todo eso meterse doce uvas (sin piel y sin pepitas, que una es refinada) al son de unas campanadas, que ¡por cierto! ¿las han ralentizado? ¿o es que quieren que miremos más a la chica medio desnuda de la tele? Estaríamos hablando de una noche más si no fuera necesario ponerse un tanga rojo, echar el anillo en la copa de champán y rezar doce deseos con cada uno de los doce atragantamientos.

Se podría considerar una noche más si se pudiera dejar todo el glamour de lado y la presión social de hacer algo diferente y espectacular como metáfora de la vida que desearía llevar (y para dar envidia que, al fin y al cabo, de eso se trata). Sin embargo, en nuestro caso, desde que pasamos los treinta han bajado nuestras ansias de glamour, discotequeo y alcohol a raduales para despedir el año y seguimos EL PLAN. Irnos de casa rural con amigos (“CRCA”, en adelante), que es algo barato, estresante y da mucho trabajo, es decir, la metáfora de la vida que realmente lleva.

Y es que un plan de CRCA tiene su aquél. Desde el primer momento en el que se decide a irse de CRCA van a aparecer miles de decisiones importantes a tomar que afectarán a la convivencia del grupo. Hay que elegir casa, cuadrar horarios, hacer la compra, y un largo etcétera que puede dejarnos en una situación de inseguridad e incertidumbre, siendo superados por las circunstancias e incapaces de seguir adelante. Es en ese preciso momento cuando, involuntariamente, todos miramos a alguien en búsqueda de respuestas, de guía, en definitiva, de luz ante la oscuridad. En todo grupo hay un Mick Jagger de los Rolling, un Bono de los U2 o un Leonardo de las Tortugas Ninja. Es un sujeto que con su experiencia y saber estar es capaz de coger las riendas del equipo y llevar adelante el plan, siempre por el bien común. Por si en algún momento no encuentran a ese gurú, bendigan los siguientes consejos para seguir el plan CRCA.

  1. La lista de la compra. Éste es un tema que suele dar muchos quebraderos de cabeza en la historia de las CRCA. Así que aquí sólo cabe una cosa, democracia. Si de catorce personas, seis votan a favor de comprar Coca-Cola, cuatro votan a favor de Fanta de naranja, tres quieren Pepsi (lo sé, nadie quiere Pepsi, es sólo un ejemplo) y hay una abstención, lo lógico es que pacten Coca-Cola más Pepsi y lleguen a un acuerdo para alcanzar la mayoría absoluta que les permita comprar su opción. Seguro que están pensando: ¿por qué no se compra Coca-Cola, Pepsi y Fanta de naranja? Bueno, estaría bien… pero no sería tan divertido y no daría tanto que hablar.
  2. La pernoctación,  éste es otro tema peliguado, y es que teniendo que pasar varias noches en común… ¿cómo repartir las habitaciones si en la casa hay una suite con baño propio, cinco habitaciones dobles y un trastero-zulo con una cama de dudosa comodidad? Aquí damos paso a la diosa fortuna. Un sorteo a tiempo exime de responsabilidad a todos y no puede ser refutado así que, simplemente bastará con que todos los presentes firmen un documento ante notario para reconocer que el sorteo sea vinculante, aceptando los resultados, sean los que sean.
  3. El ocio. Otro punto nada baladí (para los de la ESO, de poca importancia) en los planes CRCA es el tema ocio. Seguro que en algún momento de la estancia alguno de sus amigos dirá “vamos a jugar a x”, sustituya x por cartas, tabú, party, risk, uno, teto (admitámoslo, todos tenemos un amigo que siempre propone esta opción), y un larguísimo etcétera. ¡Mucho, muchísimo cuidado! Lo que para el ojo inexperto podría aparentar ser un rato de esparcimiento liviano y sin peligro, no lo es en absoluto. Si a este hecho unimos el famoso: vayamos chicos contra chicas (suele ser el mismo que el del teto) la situación se nos puede ir de las manos. En estos casos se sufre lo que bautizamos como la metamorfosis total, que padecen hasta los individuos más tranquilos. Trampas. Tretas. Intimidaciones. O los gestos más ruines que podamos imaginar. Todo, absolutamente todo, es válido por la satisfacción de ver derrotado al sexo contrario. Pero atención, no se deje llevar por sus impulsos más barriobajeros y “granhermaneros”, puesto que luego ha de irse a dormir con una persona del otro equipo, poniendo en serio compromiso la sesión de intimidad que usted pensaba tener esa noche.
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Merece una mención especial en el apartado de las actividades lúdico-festivas lo que es el juego por excelencia de las CRCA: las películas. No hay vuelta de hoja, jugar NO es opcional. Así que si usted es de ese tipo de persona que antes de salir de casa echa un vistazo por la mirilla de la puerta para no coincidir con sus vecinos, quizás éste no sea un buen momento para usted y su timidez.  Invéntese un ataque de estornudos o llámese al móvil, porque es posible que se vea en la situación de estar de pie delante de trece personas haciendo gestos para que su equipo adivine el título de la película “Desde que amanece apetece” o similar.

4. El reparto de tareas. Este sin duda es el gran consejo que vamos a darles. Repartan las tareas obligatorias de la casa y establezcan turnos de cocina. A nosotros no hay nada que nos vaya mejor que “hoy cocinan los chicos” y “hoy cocinan las chicas”. Aquí con el tema de la rivalidad de sexos hemos salido ganando. Lo que hasta hace tres años venían siendo unas nocheviejas de comer hamburguesas, pizzas y guarradas sin limitación, se ha convertido en una lucha encarnizada por ofrecer al sexo rival la mejor cuisine. Ni los concursantes de Master Chef, oiga. Ahora comemos tortilla de patata de colores, solomillo en salsa de Pedro Ximenez, berenjenas con soja y miel, salmón rebozado de frutos secos y coulis de frutas variadas.

Sigan o no sigan estos consejos, piensen que al final, los días pasarán en mayor o menor armonía y llegará el momento de regresar a la realidad. Al estar de vuelta en casa no podrá evitar hacer un rápido resumen mental de cómo han ido estos días. Le vendrá a la cabeza que la democracia falló en algún momento, el dolor de riñones que sufrirá porque la cama del dormitorio-zulo era exactamente tan cómoda como parecía a simple vista y de la actuación ridícula que hizo jugando a las películas con dos copas de más (a estas horas ya debe de tener más de 5.000 visitas en youtube).

Sin embargo, cuando algún conocido le pregunte cómo se lo ha pasado estos días, usted no podrá evitar fruncir ligeramente el ceño mirando al infinito, realizar un leve movimiento de asentimiento con la cabeza y dibujar una pequeña sonrisa de medio lado mientras nota cómo el sol del atardecer de enero baña su rostro. Pocos instantes después contestará: “genial, no ha sido una noche más”.

Feliz año, con retraso.


Mrs. Maple and Mr. Bird.

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